Muchos hemos gritado, saltado e incluso llorado cuando nuestro equipo de fútbol ha conseguido grandes triunfos. Pero, ¿de verdad es necesario colgarse de las farolas, lanzar botellas de cristal por el aire o incluso provocar peleas sin sentido?
Siempre he visto el deporte como algo más que personas dándole a un balón (ya sea con el pie, con la mano, con raquetas…), conduciendo coches, motos… He visto el deporte como un conjunto de valores que pueden servir de inspiración para muchas personas y que pueden llevar a éstas a adoptar una serie de comportamientos y no otros. Es por ello que, cuando veo como muchos aficionados pierden la educación (si es que la tienen) para festejar el éxito de sus respectivos equipos siento VERGÜENZA.
Vergüenza porque en muchas ocasiones he tenido que defender la importancia de los deportes para la sociedad y estas actuaciones por parte de descerebrados me dejan sin argumentos cuando me preguntan si sigo pensando lo mismo respecto al deporte.
Pero sí, sigo pensando lo mismo y es que, afortunadamente se trata de una minoría; una minoría que, en muchas ocasiones acaba pasando la noche en un calabozo (aunque supongo que de poco servirá para que no vuelvan a comportarse de ese modo).
Lo más reciente, la celebración del título de Liga conseguido por el Barça. Resultado según ha informado Europa Press: 17 personas detenidas por los Mossos, la policía catalana detuvo a 7 personas por desórdenes públicos, lanzamiento de objetos y daños al mobiliario urbano; el Sistema de Emergencias Médicas realizó 18 asistencias (todas leves excepto la de un joven de 26 años que ha sido evacuado al Hospital Clínico tras caer en Canaletes). Pero aún así insisto, se trata de una “minoría descerebrada”, ya que se estimó que alrededor de 12.000 personas se congregaron para las celebraciones.
Pues eso, qué viva el deporte!
Mari Carmen Montes
Imagen: Europa Press